Preparar un sermón no es tarea fácil, así lo reconoció Martyn Lloyd-Jones, el gran predicador inglés de mediados del siglo veinte cuando expresó que:
“La preparación de sermones implica sudor y trabajo. A veces puede ser extremadamente difícil hacer que todo este material que has encontrado en las Escrituras tenga una forma concreta. Es como un alfarero que hace una figura de barro o como un herrero que hace herradura para un caballo; has de poner el material en el fuego y sobre el yunque, calentarlo de nuevo y golpearlo una y otra vez con el martillo. Cada vez va un poquito mejor, pero no del todo; así que vuelves a repetir el proceso hasta que estás satisfecho o ya no puedes hacerlo mejor. Esta es la parte más penosa en la preparación de un sermón; pero al mismo tiempo es una ocupación de lo más fascinante y de lo más gloriosa”.[1]
En este articulo deseo abordar el tema de la preparación del sermón sabiendo que la misma, como leímos en la declaración anterior, demanda sudor y labor. Pero antes de comenzar permítame decirle que no pretendo hacer un estudio exhaustivo y detallado de cada uno de los pasos que implica preparar un sermón, ya que existen excelentes libros que tratan acerca de ello; más bien deseo presentar una guía sencilla que sirva como una especie de mapa que nos indique —más que explicar— los pasos que debe seguir la preparación del sermón. Por lo tanto, espero que al leer este articulo, lo use como en realidad es: Una guía que le mostrará los pasos a seguir en la preparación del sermón.
En sus marcas, listos, ¡Fuera!
Sin embargo, como es sabido, todo camino debe ser recorrido paso a paso. Alguien dijo que una carrera de mil kilómetros empieza con un paso. Esto es una realidad aun en cuanto a la preparación del sermón. Preparar un sermón que impacte y que comunique con eficacia la verdad de Dios demanda la implementación de una serie de pasos que deben darse uno por uno. Como ya lo manifesté, el camino de la exposición demanda sudor y labor. Si deseamos predicar un sermón que cumpla el propósito de Dios debemos, con paciencia y perseverancia, recorrer el camino de la exposición un paso tras otro.
Paso # 1: Comience con un enfoque correcto
Antes de empezar la preparación del sermón es necesario que entendamos que la predicación efectiva comienza con la preparación espiritual correcta. El predicador no puede interpretar correctamente un texto o exponer apasionadamente la verdad sin antes preparar su propio corazón. Jerry Vines nos dice que: “La preparación es un elemento importante en la buena predicación. El predicador no solo debe pasar tiempo preparando el mensaje, sino que él también debe prepararse”.[2]
Paso # 2: Seleccione el texto
Al hablar de texto nos referimos a “aquella porción o pasaje de las Escrituras, sea breve o larga, en el cual ha de estar basado el sermón”.[3] El texto es la base bíblica del sermón, el material indispensable de la predicación; no puede armarse un sermón que será predicado si no es sobre la base del texto bíblico. Por otra parte, si el predicador decide hacer una exposición temática, es necesario que se escoja un tema o un problema, y luego buscar en los libros de la Biblia el o los pasajes relacionados con el asunto del cual se desea predicar. Sé que algunos no están de acuerdo con este procedimiento, pensando que si escogen un tema antes de ir a la Biblia no serán fieles expositores del mensaje divino. Pero, como dijera Floyd Bresee, “no es nada erróneo elegir un tema antes de ir a la Biblia. Lo erróneo es decidir lo que dirá acerca de ese tema antes de ir a la Biblia”.[4]
Paso # 3: Someta el texto a un análisis exegético
El estudio exegético del texto es el paso más decisivo en la preparación del sermón. Y es posible que sea el que más tiempo demande al predicador. El estudio del texto es una responsabilidad que el predicador debe encarar con seriedad si espera predicar un sermón que comunique con efectividad la verdad de Dios. Mas nos preguntamos: ¿Cómo estudiar de manera satisfactoria un pasaje bíblico? ¿Cómo podemos extraer lo máximo del texto bíblico escogido como base para el sermón? Gordon D. Fee y Douglas Stuart en su libro titulado La lectura eficaz de la Biblia nos dicen que “La clave para la buena exégesis, y por lo tanto, para la lectura más inteligente de la Biblia, es aprender a leer el texto bíblico con cuidado y hacer las preguntas apropiadas acerca del texto”.[5]
Según los estudiosos de la Biblia existen tres importantes preguntas que deben formularse a fin de hacerle una exégesis satisfactoria al texto:
1. ¿Qué está diciendo el autor bíblico?
2. ¿Por qué el autor bíblico está diciendo eso?
3. ¿Cómo lo dice el autor bíblico?
Con estas tres preguntas en mente, el expositor está preparado para realizar las etapas del análisis exegético.[6]
Paso # 4: Descubra la idea central del texto (ICT)
La “idea central del texto (ICT)” es denominada por algunos como “idea exegética”,[7] “la esencia del texto”,[8]o “proposición central del texto”[9]; también es definida como “una frase breve, de dieciséis a dieciocho palabras como máximo, capaz de traducir el mensaje como expresión exacta de lo que el texto original encierra”.[10]
La “idea central del texto (ICT)” está compuesta por dos elementos: Tema y complemento. El tema responde a la pregunta: ¿De qué está hablando? Y el complemento a esta: ¿Qué se está diciendo al respecto?
Tema + Complemento= Idea central del texto (ICT)
Para ilustrar lo antes presentado tomemos como ejemplo el siguiente pasaje y notemos la idea central que subyace en el mismo.
“Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor” (Efesios 1:4, NVI).
¿De qué habla el texto? Una respuesta inicial a este pasaje podría ser que Pablo está hablando acerca de la elección. Aunque esta emerge como un elemento principal en el pasaje, constituye un tema demasiado amplio, ya que en Efesios 1:4 Pablo no considera todos los aspecto en cuanto a la elección divina.
No obstante, si deseamos extraer la verdad central del texto es necesario que sometamos el mismo a una de estas preguntas: ¿Que? ¿Por qué? o ¿Para qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde? Y ¿Quien? Si vemos el pasaje más de cerca, notaremos en la segunda parte del mismo que el apóstol contesta la pregunta ¿para qué? Por lo tanto, un tema más específico para Efesios 1:4 sería: ¿Para qué fueron escogidos los efesios? Ahora corresponde formularnos la segunda pregunta: ¿Qué dice el texto sobre el tema? La parte final del versículo nos da la respuesta: Para ser santos y sin mancha delante de Dios.
Ahora, integremos el tema y el complemento para formar la idea central del texto: “Los creyentes en Éfeso fueron escogidos para ser santos y sin mancha delante de Dios”.
Paso # 5: Precise la idea central del sermón (ICS)
La “idea central del sermón (ICS)” es la declaración o frase orientadora alrededor de la cual el sermón se esboza y desarrolla; la misma debe reflejar la idea central del texto y, por consiguiente, convertirse en el tema principal del mensaje. J. H. Jowett afirma que: “ningún sermón está listo para ser predicado, ni siquiera para ser escrito, hasta que no pueda expresar su tema en una frase corta, elocuente y tan clara como el cristal”.[11] Habiendo averiguado el pensamiento clave del argumento del autor bíblico, el expositor ahora compone una frase integral que refleje el tema o la idea principal del texto como el expositor tiene la intención de darlo. La “ idea central del sermón (ICS)” es la contextualización del mensaje del texto bíblico de tal manera que sea relevante para el
La “idea central del texto” (ICT) | La “idea centra del sermón” (ICS) |
Propósito: resumir el pasaje en una sentencia simple. | Propósito: comunicar el mensaje del pasaje bíblico de tal manera que se relacione en forma significativa con la congregación. |
Ejemplo
Pablo les escribió a los creyentes de Éfeso diciéndoles que fueron escogidos para ser santos y sin mancha delante de Dios. |
Ejemplo
Fuiste escogido con un propósito: ser santo y sin mancha delante de Dios. |
oyente contemporáneo.
La “ idea central del sermón” (ICS) es ligeramente diferente a la idea central del texto porque tiene en mente no tan solo la audiencia original a la cual el escritor bíblico se dirigió sino también a la audiencia del predicador.
Paso # 6: Determine el propósito del sermón
El propósito del sermón señala lo que uno espera que ocurra en el oyente como resultado de la exposición del mensaje. Un buen sermón comienza a ser preparado con la designación de un propósito. Fijar este es más que importante, es indispensable. Por ejemplo para James Crene, después de la idoneidad moral del predicador, el factor más importante en la elaboración de un sermón es la determinación de su propósito específico. “Los sermones que no tienen un propósito objetivo —mencionó Jerry Key— son semejantes al viaje de Abraham (Hebreo 11:8) que ‘salió sin saber adónde iba’”. Cuando el predicador no fija con claridad el propósito de su mensaje, tiende a hablar en círculos interminables, gastando el precioso tiempo de los oyentes.
Paso # 7: Seleccione su estructura sermonaria
A estas alturas el expositor esta listo para construir un bosquejo que apoye la “idea central del sermón (ICS)” . El bosquejo —tal como escribiera Juan Medina— “será la guía que conducirá al predicador desde el principio al final del mensaje que desea comunicar”.[12]
Teófilo Pichardo, en el libro Homilética para el siglo XXI, hablando sobre el bosquejo del sermón nos dice que el propósito del mismo es facilitar la organización de la exposición, motivar la atención y la comprensión de los oyentes y, por último, crear un sentido de orden, ya que el ser humano responde de forma favorable al orden.[13]
Por otro lado Wesley Allen Jr., escribiendo sobre las características del bosquejo en su obra Elements Of Preaching: Determining the Form, dice que todo bosquejo debe caracterizarse por tres cualidades esenciales que son: unidad, movimiento y clímax.[14]
Paso # 8: Desarrolle los puntos del bosquejo
Después de definir el esqueleto del sermón el expositor debe pasar al siguiente nivel de la preparación, que es añadir carne a los huesos. Floyd Bresee escribió que sobre el esqueleto o bosquejo del sermón “colgamos los músculos de nuestra evidencia bíblica, nuestro argumento lógico y nuestras aplicaciones prácticas. Luego le añadimos la piel de nuestra presentación y al conjunto lo llamamos: sermón”.[15] Es en este punto que el predicador debe dedicar especial atención en explicar, demostrar, aplicar e ilustrar los puntos del bosquejo.
Paso # 9: Prepare la introducción y la conclusión del sermón
La introducción y la conclusión son partes fundamentales en la elaboración del sermón. Hablando sobre la importancia de la introducción, John Broadus dice que: “con un buen principio, la mitad del trabajo está hecho. Con un mal principio, todo está arruinado”.[16] Por otro lado, Eduardo Gómez escribiendo sobre la importancia de la conclusión del sermón dice que: “es importante la elección del tema y del texto, es también importante tener una introducción bien adecuada, es importante tener un buen desarrollo, pero terminar mal es imperdonable”.[17]
Paso # 10: Escoja el título del sermón
Todo sermón requiere un título, que es la frase que da a conocer el asunto o la materia de una obra. En el caso de la homilética el título del sermón podría definirse como el anuncio de la idea central del mensaje en forma atractiva. El título tiene dos objetivos fundamentales. Primero: dar promoción o anunciar el sermón.[18]Segundo: generar curiosidad e interés.[19]
Paso # 11: Redacte un manuscrito
La mayoría de los maestros de homilética recomiendan que los predicadores, especialmente los novatos, escriban sus sermones en su totalidad. La ventaja de esto es la claridad de pensamiento que lleva al mensaje. Un manuscrito permite al expositor ver el sermón en su conjunto y así descubrir los pensamientos inconexos o piezas fuera de lugar. Como mínimo, una descripción detallada debe ser mecanografiada o escrita. Es mejor averiguar en el estudio que el sermón no es claro o poco interesante que hacer el descubrimiento en el púlpito.
Paso # 12: Internalice el sermón
Internalice su discurso en vez de memorizarlo y trate por todos los medios posibles de llevar la menor cantidad de notas al púlpito. Para internalizar el sermón es necesario que ensaye. El ensayo mejorara su estilo. Por otra parte ensayar le ayuda a medir su propio nivel de ánimo y energía.
Conclusión
Como dije al principio del articulo, los pasos que presentamos aquí no son la última palabra en lo referente a la elaboración del sermón. Los pasos presentados anteriormente puede que concuerden con otros manuales de predicación. De modo que usted como expositor siéntase libre de consultar otras fuentes o, si le parece, añadir algunas ideas a los pasos antes presentados. Pero si como expositor sigue las indicaciones dadas anteriormente, tengo la plena certeza y seguridad —porque así lo he experimentado— de que verá terminado un sermón que tendrá fundamento bíblico como también relevancia contemporánea.
[1]Martyn Lloyd-Jones, El predicador y la predicación (Barcelona, España, Editorial Peregrino, 2003), p. 90.
[2] Jerry Vines y Jim Shaddix, Power in the pulpit (Chicago, IL: Moody Press, 1999), p. 71.
[3]Abel Aguilar, Homilética I: El arte de predicar (Miami, FL: Editorial vida, 2000), p. 38.
[4] W. Floyd Bresee, Predicadores laicos de éxito (Hagerstawn, MD: Review and Herald, 1997), p. 54.
[5] Gordon D. Fee y Douglas Stuart, La lectura eficaz de la Biblia (Miami, FL: Editorial Vida, 1985), p. 19.
[6] Si el lector desea profundizar en el estudio de la exégesis, recomendamos la lectura de libros especializados en el tema. Algunos que pueden ser de gran ayuda son: La lectura eficaz de la Biblia, de Gordon D. Fee y Douglas Stuart; Exégesis del Nuevo Testamento, de Gordon D. Fee; Hermenéutica: Entendiendo la Palabra de Dios, de J. Scott Duvall y J. Daniel Hay; Interpretación bíblica: Una introducción, Howard G. Hendricks y William D. Hendricks; Entender las Sagradas Escrituras: Un enfoque adventista, George W. Reid (Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2006).
[7] Haddon Robinson, La predicación bíblica (Miami, FL: Logoi, 2000), p. 66.
[8] Harold T. Bryson y James C. Taylor, Building Sermon to Meet People’s Needs (Nashville, TN: Broadman, 1980), p. 61.
[9] Ramesh Richard, Preparing Expository Sermon (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1995), p. 67.
[10] Jilton Moraes, Homilética (Buenos Aires, Argentina: Editorial Peniel, 2011), p. 66.
[11]Citado por Haddon Robinson, p. 35.
[12]Juan Medina, Una predicación efectiva para el siglo XXI (Miami, FL: Ministerio LOGOI, 2008), p. 51.
[13] Teófilo Pichardo, Homilética para el siglo XXI (Santo Domingo, RD: Publicaciones UNAD, 2009), p. 61.
[14] Wesley Allen, Elements Of Preachig: Determining the Form (Minneapolis, MN: Fortress Press, 2008), p. 7.
[15] W. Floyd Bresee, p. 74.
[16]John Broadus, Tratado sobre la predicación (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones, 1985), p. 103.
[17]Eduardo Gómez, Homilética (San José, California: 2002), p. 59.
[18] Kittin Silva. Manual práctico de homilética (Miami, FL: Editorial Unilit, 1995), p. 60
[19] Donald R. Sunukjian, Volvamos a la predicación bíblica (Grand Rapids, MI: Editorial Portavoz, 2010), p. 273.